«Era gigante y a la vez diminuto. Dijo mi nombre… Claramente lo oí. Tres veces me nombró desde el origen. Tenía mil rostros y ninguno era el suyo. Sentí pasar el tiempo en el cuerpo.»
«Ahora estoy aquí. Exilado en este desierto, olvidado por los dioses y castigado por los hombres. Olvidado en este desierto donde nada cambia, donde nada transforma.»
«El Viejo Señor del Canto y la Palabra vive más allá de los cerros, montañas, volcanes, más allá de la selva, los bosques y los desiertos, más allá del tiempo y la memoria.»