Prólogo

Sangre, santa sangre,
la que se depura fuera del cuerpo,
liquida, transparente y ahogada.

En mármol se bautiza el músculo,
pero ya nada cabe en su vacío
y prefiere desvanecerse
ante la mano impulsiva,
voraz e impenitente,
del ídolo que la abate y la desecha.

Más allá de la lumbrera
estoy, lo sé… me he visto,
desnuda, frágil y macilenta.
Impregnada con la esencia
del homicidio.

Sangre, santa sangre,
la de mis ladrones
que esperan la redención,
pero dios no llega.

Capítulo I

La hija: Te vi. En mi sueño te vi.
Eras tú. Te soñé…
Tú, entre animales yermos y mujeres mutiladas.
Te acercaste a mí.
Me viste, por primera vez me viste…
LA MIRADA FRÍA… SIEMPRE FRÍA.
Hace tiempo ese sueño hubiera bastado para alegrarme la vida.
Ahora no llena, no es suficiente…
A pesar de eso, reconstruí tu rostro en mi mente con exhaustivo detalle, el rostro pálido, la mirada fría, la mano firme…
¡ESA MANO!
La vi en mi sueño y en mi pasado.
El músculo que se constriñe en puño y se transforma en mazo, acero y dolor.
¡La mano! ¡El golpe! ¡SIEMPRE ES EL GOLPE!
Un latigazo que penetra en la piel, circunda y sale severo ante la carne tierna que deja marcada… sale el llanto que hace el pacto inquebrantable con el dolor.
NO ES EL GOLPE, NO ES LA MANO sino la impotencia y el rencor lo que trae el llanto.
He encloquecido… porque el rostro familiar de mi padre se ha convertido en el de un asesino.
He enloquecido… porque ahora dejo que el cuerpo de mi hermano sea devorado por los perros y los pájaros de rapiña.
¿Quién eres?… ¿Él qué aparece en mis sueños?
Dime… ¿Cómo se cura el profundo dolor que tengo? ¿Cómo se remedia? ¿Cómo regresamos a los muertos y evitamos la culpa?
¡Mi hermano!
¡Los muertos!
¡Cómo duelen los muertos!
Y nada queda… más que un lamentable sueño donde veo al asesino.
Padre, mi hermano ha muerto…
Cronos: La muerte no merece ningún llanto.
La hija: El llanto es para mí. A él, le dejo sólo la muerte.

Capítulo 2

La hija: Siempre has de llegar tarde.
Tarde para ser un hombre, tarde para ser un padre, tarde para ser viejo.
Ahora YO, tú hija, me transformo.
Dejo la carne, dejo la sangre, lo dejo todo
¡Mira! ¡Mírame padre!
Soy METAL, TIJERA, VIRGEN.
Mi forma ya no es, sino gas y veneno.
La mujer gato, la mujer ave, ahora no es más que óxido y almagre de un cuerpo hecho polvo por penas y rencores.
Yo Mujer pero tú…
Esa mirada la desconozco, no es la de un dios, animal o bestia.
TU MIRADA ES ACERO, FILO Y MURO.
¡No! ¡No! ¡Quieres engañarme con tu figura humanizada! ¡Farsa!
NI ANIMAL, NI HOMBRE. SÓLO VIOLENCIA.
¡MÁQUINA! ¡MÁQUINA! ¡MÁQUINA!
¡QUE DESTRUYE! ¡QUÉ LASTIMA! ¡QUÉ MATA!
¡QUE HIERE! QUE CALCINA…
Dime padre, cuando yo ya no esté:
¿Quién velara por tus muertos? ¿Quién rezará por ellos?
Mira a tus muertos ¡Míralos!
Ahora viven, ahora danzan, ahora ríen, ahora gritan; los locos, los comunistas, los artistas, los negros, los rebeldes, los pobres y las mujeres
¡Mátalos a todos!
Su sangre llenará tu vaso, pintará las paredes de tu casa, te vestirá con el traje de la sumisión, tus sábanas en carmín te quitarán el frío y aun así tus noches seguirán siendo negras.
Cronos: Los muertos ya me han abandonado.
La hija: Qué soledad la tuya, que ni tus muertos voltean a verte. Qué terrible soledad la del asesino.
Cronos: Es duro ser hombre…
La hija: ¿Hombre? No, tú no eres hombre. Asesino…
¡ASESINO! ¡ERA TU HIJO! ¡Mi hermano! y lo aniquilaste como un tigre que engulle a sus hijos.
Cronos:…la muerte es irrelevante, miles mueren por bombas, misiles, enfermedades, violencia y hambruna. No existen ahora. Sus muertes no existen. Ya no son hombres, son sólo cuerpos que dejan la carne vacía.
La hija: ¡CUCHILLO!
Cronos: No soy un hombre; los hombres sueñan,
Soñarse siendo PERRO, LADRILLO, FUEGO, HAMBRUNA, siendo UNO, siempre UNO.
Soy el dios desmembrado, en la reversibilidad de la reconstrucción; desaliento vacío de una mente que no sueña; marcado y ausente resido en mí, en mí me descubro, desaparezco.
¡Esta mano con la que has soñado! Es la mano de aquellos que se han convertido en Dioses.
¡Inquebrantable! ¡ESTÁTICO! INMUTABLE ¡todo lo que engendro, lo destruyo!
Todo lo que nace de mí debe ser devorado.
No son los cuerpos los que interesan, son las mentes…
Soy el padre y todo hombre es mi creación.
He deseado tanto el mundo y nunca he soñado.
¡Hemos enloquecido!
Tú por la pena… yo por la desesperación.
La suerte de los seres que deseamos lo imposible.
La hija: En tus manos está la sangre de esos que has matado. Eso debería bastar.
Cronos: ¡No basta… la sangre no basta! ¿A quién le importa la sangre?
La hija: A los que amaron esos cuerpos.
Cronos.: La sangre no importa, lo que importa es con qué sueñan los hombres… Uniré lo posible a lo imposible.
HOMBRE y MUJER en un mismo cuerpo, el hombre que sea todos los hombres.
Hombres libres ¡Mi regalo para los hombres! ¡LA LIBERTAD!
La hija: Sólo se trata de sangre.
Cronos.: y de olvido. Que no importe nada, nada… que no importe el padre ni la madre, que no importe el pasado, ni las veces que hemos llorado en la amargura de la frustración.
La hija: ¡LAS TIJERAS SE ABREN Y SE CIERRAN! Los perros lamen y mordisquean. ¿Los escuchas?
Cronos: Enloqueces, amaste a tu hermano, amaste a tu madre. ¡Olvídalos!
La hija: Ahora ladran los perros. Sé lo que hacen. Los pájaros voraces en complicidad con la noche, devorando, alimentándose de lo que su amo desecha.
Cronos: Somos seres hambrientos.
La hija: Déjame ir, padre. El olvido regirá mi sendero, tu rostro será ajeno a mí, dejaré el hogar, las ropas y los objetos, que nada desate en mí tu imagen. Verás a tu hija errante como sus pensamientos.
Mi hogar, nunca fue mío, mis posesiones, nunca fueron mías. ¡Qué podía tener yo si todo te pertenecía!
Él y yo fuimos tus hijos-huéspedes, Somos tus sepultados, todos sepultamos algo ¿cierto? Lo conservamos en ese lugar profundo, oscuro y marchito, de donde no dejamos que ni las serpientes ni los demonios invadan el mundo. ¡Mentira! porque esas serpientes se contorsionan y sisean hasta que salen por la piel, los ojos y los cabellos ¡medusas! no somos más que medusas ¡lagartos! de sangre fría y lenguas infectadas, que muerden, que pican, que infectan…
El dolor nos hizo invisibles ante el mundo.
Todo ha muerto.
¡¿Pero quién nos enseñó a odiar tanto?! Es la cicatriz padre mío, esa que intentamos borrar escrupulosamente desde lo profundo y lo único que conseguimos es hundirla más.
No hay más que vacío en ti.
Cronos.: Uno tan inmenso y profundo como el mar.
La hija: Tengo frío.
Hay sangre en estás manos, sangre de mi hermano.
Esto es un sueño, lo sé. Tú no estás aquí y él está vivo, somos niños, en la oscuridad juramos que degollaremos a nuestro padre, lo llevaremos a la colina y ahí clavaremos su cuerpo a la tierra, él sentirá cada golpe, cada látigo, cada azote, así como lo marcó nuestros cuerpos.- Romperemos esa mano. ¡Esa maldita mano!
Cronos: -¡Mata a tu padre, mujer! ¡Entierra a tu hermano…! ¡Exime tus culpas! te repites a diario. ¡Mata a tu padre!-

Capítulo 3

Cronos: En mi hogar se vive entre muertos y olvidados.
Hoy seremos uno.
La hija: ¡Vete! ¡No quiero que regresen los perros ni los pájaros hambrientos!
FRIO, SANGRE, FRÍO…
Cronos: ¡Qué lleguen! y que nos acompañen.
La hija: Vete ¡Asesino, vete!
Cronos: Invitemos a la ELECTRICIDAD y a los BARBITÚRICOS.
¡DESCARGA!
La hija: ¡Piedad!
Cronos: ¡Al ORINAL y a la MÁQUINA DE ELECTROSHOCK!
¡DESCARGA!
La hija: Déjame ir.
Cronos.: PINTEMOS LA HABITACIÓN DE ROJO,
¡DESCARGA!
La hija: ¿No lo ves? No eres un dios, eres un hombre como todos aquellos que revientan en avaricia, esos a los que el odio logra paralizar sus ojos. Seres poseídos por las manos que torturan, por lujuria otras veces por poder. He visto sus bocas llenas de moscas y en su sangre las agujas de la destrucción, de la vanidad y la cobardía, devorados por las ganas de ser alabados.
Tu hogar está repleto de esos que llamas tus “muertos y olvidados” y de asesinos que se retuercen sobre su dinero.
Cronos: Sólo quiero soñar.
La hija: ¿Para eso debo morir?
Cronos.: ¿Y cómo haría para sacarte los sueños de la mente?
La hija: No puedes.
Cronos.: ¡MENTIRA!
La hija: Nadie puede.
Cronos: ¡MIENTES! He visto gatos y reptiles soñar.
Si fueras yo ¿qué desearías?
La hija: Inmortalidad.
Cronos: ¿Y para qué querría la “inmortalidad”?
La hija: Todos quieren eso.
Cronos: No quiero lo que todos quieren, yo quiero lo que no tengo…
¿Qué hace que un hombre sea un hombre? A diario me lo pregunto… creo que son los sueños…
La hija: Tú no estás aquí. Estoy frente a esa ventana. Veo a lo lejos mi cuerpo desnudo tirado sobre un terreno de tierra, con la mejilla pegada al suelo y el cabello ocultando la sangre. De mi lado derecho, mi hermano vuelto cadáver, y alrededor nuestro tantos cuerpos blancos como peces en el mar. No es de día ni de noche, el cielo es gris, ni luna ni sol. Tú, detrás de todos los padres, las madres, hermanos, esposas e hijos que van en procesión. Vas con ellos, el camino se delinea con sus pasos.
A los lejos escucho ¡ya viene el ave!
Y en rojo se torna el cielo, el aire, los cuerpos y el mar. Rojo… todo rojo y a lo lejos una blanca ave. La lechuza blanca, la vigilia de los extintos. Rojo todo tan rojo y yo blanca tan blanca como el ave.
Cronos: Y la lechuza ¿qué mira?
La hija: A mí.
Cronos: ¿Qué tan rojo?
La hija: Un rojo tan rojo como el de Pompeya, una mezcla de lava y de cuerpos quemados.
Cronos.: ¡El olor de la carne quemada!…
La hija: Soy Nictimene.
Cronos: Te veo.
La hija: ¿Dónde está mi hermano?
Cronos: Tal vez éste en otro cuerpo, uno que no se evapore ni se perfore con el fuego, que no sea blando ante el cuchillo, carente de fluidos, otro cuerpo que no ceda ante la seducción ni a las pasiones.
Las personas sufren porque sienten, como tú.
¿Me preguntas qué en dónde está tu hermano? eso no importa
Ahora es olvido.
Ahora, tiene paz. Ha surcado los límites metamorfosis, ahora él es quietud.
¡El problema soy yo!
¿A mí, quién me lleva hacia la calma?
¡Nada! Nada reconstruye este maldito cristal hecho pedazos…
La hija: ¡Anuncio tu muerte!
Cronos: No, tú no puedes. No eres nada. No eres nadie.
¡Mírate! Querías que te mirara. Te veo… ¡eres un maldito puerco implorando por ser alguien! Una estúpida mediocre que causa lástima y finge compasión.
La hija: He de…
Cronos: ¡Cállate! Yo no tuve hijos. Tuve dos asquerosos puercos, que se restregaban en su miseria.
La hija: No sabes…
Cronos: ¡No hables!
Somos despojos… el asesino y su tonta hija.
¿Quién te hizo esas cicatrices?
La hija: Tú.
Cronos: Entonces eres una sobreviviente.
Quedemos juntos por siempre y el tiempo será nuestro, podemos poseerlo todo sí así lo deseamos.
La inmortalidad del cuerpo físico.
YO SOY EL TIEMPO Y TU ESTRIBO.
Quiero soñar, sólo una vez… déjame soñar.
La hija: ¿Dónde está mi hermano? ¿Dónde está?
Cronos: Si quieres a matarme, tendrás que saber que puedes morir.

Capítulo 4

Cronos: ¡Es la muerte! ¿La ves? ¡Me persigue! Se esconde detrás de los rostros.
Pero, todo es un juego, un juego de apariencias, la Muerte puede ser cualquiera.
No tengo miedo, nunca lo he tenido.
Morir es una misión que se forja desde que nacemos.
El miedo no es un problema, sino la ira.
¡Debo a sanar la ira!
Debo ser vidrio que transparenta el mundo y lo divide.
¡Mis muertos! Tan míos y tan muertos.
¿Qué es de mí sin ellos? Nada.
Has venido a buscar a tu hermano. Debiste haber estado aquel día en que llegó él ante mí,
Me miró fijamente.
–Hoy es tu día.- dijo.
-Has lo que debas hacer. – Le respondí.
¡VENGANZA! Para castigar al padre cruel que le arruinó la infancia, la vida…
Y en ese momento, todo el pasado se me vino en un segundo.
Tiempo atrás yo era hijo que asesinaba al padre. Ahora era el padre que sería asesinado por su hijo.
Círculos perfectos de la existencia.
¡Qué alivio! Al fin la muerte, tal y como la había esperado.
Pero no todos somos perfectos.
Hay que saber tomar el cuchillo si uno quiere atravesar el mundo.
-¡Hazlo! Le grité.
Pero no venía impulsado por la muerte sino por la necesidad, el error de los débiles.
Lo maté.
La hija: Lo castigaste.
Cronos: Uno no se entrega a la muerte. Se lucha… y él perdió.
La hija: Ahora somos tú y yo.
Cronos: No tienes nada que me sirva. Con él me fui yo.
¿Alguna vez has perdido algo?
La hija: Un hermano.
Cronos: Y no quedó nada… no hay un cuerpo al que le puedas llorar. ¡Me hizo enloquecer! Él se llevó todo de mí. Yo golpeaba y él gritaba, pero nada, ¡nada! ¿Lo entiendes?
¡Ese éxtasis del asesinato! El olor puro que se desprende del sufrimiento del otro. El olor de la verdad, el sublime olor que penetra en las ropas, en las paredes, en los muebles, en la tierra. Ese olor, de carne podrida, de perro muerto… de los cuerpos acabados.
En mi yacen las ruinas de lo negro.
¡Acabemos con este muro que no me deja ser hombre!
Crees que miras a un ASESINO, pero esos hombres y mujeres estaban infectadas por el virus de la miseria, la ambición y el terror.
Es la historia humana, el juego de los hombres en el intento desesperado por ser liberados, y yo, LA MÁQUINA, FRACTURADOR RESANADOR GRIETAS; insistiendo en la búsqueda del hombre que viva en “la verdad”
¿Para qué?
Para qué viva en un mundo que no se contradiga, que no engañe, que no cambie. Un mundo verdadero, un mundo en el que no se sufra.
Ahora son libres.
¡LIGEROS, ETÉREOS Y BRILLANTES!
Libertad verdadera, no con la que sueñan los obreros, los cristianos, los negros y las mujeres.
El hombre libre es un guerrero.
No tengo miedo, los hombres como yo vivimos sin pasado, sin futuro, pero es el presente el que nos agobia. He sido lo que he podido, la suma de mis afanes y mis amarguras.
¿Cuándo se deja de soñar?
La hija: Tú nunca has soñado.
Cronos: No se desearía algo que nunca se ha tenido. He soñado, hace mucho, más no sé cuándo lo hacía. ¿Cuándo?
La hija: Antes de matar a tu padre.
Cronos: Era viejo.
La hija: Como tú.
Cronos: Tenía que hacerlo.
La hija: Matar a tu padre, tal vez, pero no matar a tu hijo.
Cronos: Un hombre no se entrega, un hombre lucha por su vida. Mi padre luchó por la suya y yo lo hice con la mía. Tu hermano simplemente perdió.
La hija: No perdió, nunca tuvo posibilidades.
Cronos: Las posibilidades no existen cuando la vida está en juego, sólo queda la voluntad.
La hija: ¿Ahora, quién podrá darte la muerte que buscas? ¿Qué harás? ¿Morir de achaques?
Cronos: TAL VEZ DEBÌ TENER OTRO HIJO.
La hija: Ningún hombre podría matarte.
Cronos: Soy el TIEMPO.
La hija: ¿Y tanta sangre para llegar a esto?
Cronos: Nacemos con la esperanza de ser felices en el mundo.
La hija: Nada en este mundo te fue suficiente.
Cronos: Porque lo mío está más allá de la vida.
La hija: ¿No lo ves? SOY NICTIMENE. El AUGURIO. LA PROMESA.
Seguí tus pasos, pero nunca me miraste, un hombre debía ser el que se alzará por encima de ti, el que te diera muerte. Soy tú. Nada en este mundo nos llena. Deseas soñar y yo quiero la inmortalidad. ¿No te das cuenta? SOMOS UNO. A ti y a mí nos gusta la sangre.
Soy más que MUJER, NO DUDO, NO TIEMBLO, NO ME LAMENTO, NO LLORO.
Cronos: ¿Quieres el cuerpo de tu hermano?
La hija: Viene por ti.
Cronos: Encuentra a tu hermano y podrás irte.
La hija: Vine por ti.
Cronos: ¿Vengarás a tu hermano?
La hija: Vine por ti.
Cronos: ¡HÁZLO! ¡HÁZLO! ¡HÁZLO! ¡dale muerte a tu padre!
La Mujer: Lo hice. Lo maté hace tiempo…