Cronos Descarnado
Prólogo Sangre, santa sangre,la que se depura fuera del cuerpo,liquida, transparente y ahogada. En mármol se bautiza el músculo,pero ya nada cabe en su vacíoy prefiere desvanecerseante la mano impulsiva,voraz e impenitente,del ídolo que la abate y la desecha. Más allá de la lumbreraestoy, lo sé… me he visto,desnuda, frágil y macilenta.Impregnada con la esenciadel homicidio. Sangre, santa sangre,la de mis ladronesque esperan la redención,pero dios no llega. Capítulo I La hija: Te vi. En mi sueño te vi.Eras tú. Te soñé…Tú, entre animales yermos y mujeres mutiladas.Te acercaste a mí.Me viste, por primera vez me viste…LA MIRADA FRÍA… SIEMPRE FRÍA.Hace tiempo ese sueño hubiera bastado para alegrarme la vida.Ahora no llena, no es suficiente…A pesar de eso, reconstruí tu rostro en mi mente con exhaustivo detalle, el rostro pálido, la mirada fría, la mano firme…¡ESA MANO!La vi en mi sueño y en mi pasado.El músculo que se constriñe en puño y se transforma en mazo, acero y dolor.¡La...
La Maldición /Fragmento de Autorretrato de un águila rota
Estación número siete Fragmento de “Autorretrato de un águila rota” Por Diana Rossette Luciano En video se proyectan sobre una pantalla gigante las vitrinas de la sección de Etnografía del Museo De Antropología e Historia de la Ciudad de México. Se muestran los maniquíes vestidos con la ropa de personas de diferentes pueblos de México, colocados en escenarios que representan sus hogares, acompañados de fotografías y videos. Al terminar el video, una luz se enciende para iluminar una muñeca mazahua gigante que se encuentra al centro del escenario. Lleva en las manos otra muñeca pequeña igual a ella. Cabizbaja, la muñeca gigante comienza a moverse lentamente, como si cobrara vida, mira a la muñeca pequeña y se mira a ella, mira sus manos y su ropa, extrañada, mira a los espectadores. Los recorre con la mirada. Tira la muñeca a un lado. La muñeca gigante se quita la cabeza y las ropas y solo queda una mujer con ropas de trapo y costuras, aun lado tiene una canasta...
Cabeza de caballo
Pieza unipersonal por Diana Rossette Luciano EL CABALLO: El Niño ha muerto. El Caballo lo asesinó. Metió esa enorme cabeza negra, dentro de la boca del niño y con sus dientes, mordisqueó lentamente las entrañas. El Hombre vive. El Caballo lo salvó. El Hombre es un ser insignificante, sin piernas... sin brazos... sin lengua... y sin ojos. El Caballo ha decidido atender al inválido. Dice el Caballo que mató al niño para poder salvar al hombre, yo creo... que lo hizo para salvarse a sí mismo. El Caballo aborrecía al niño y repugna al hombre. Por el niño lloró ante el tabernáculo de las fantasías humanas, a causa del hombre, devastó todo aquello que le evocará el calvario. Pero no sabe estar solo... no puede, es siervo de un cuerpo oprimido, lleno de las marcas de la tortura y el engaño. Atado a los crines hechos de llagas y llantos de pordioseros. ¡Bienaventurados sean los que creen en la melancolía de Dios, porque de ellos es el reino de la mentira salvadora! ¿Y...
Madama Butterfly /Fragmento de Corpus
MADAME BUTTERFLY Escena terceraFragmento de “Corpus:cuerpo-memoría-cicatriz” por Diana Rossette Luciano Una mujer se encuentra suspendida del techo. Su cuerpo desnudo está cubierto por completo con un plástico transparente que aprieta sus músculos sudorosos. La imagen es tal, que se asemeja a una brillante e inmóvil crisálida gigante. De pronto, la mujer comienza a retorcerse como si de golpe tras un largo letargo, ella se asfixiara. Mientras se mueve desesperadamente alcanzamos a ver en su cuello una gruesa soga la oprime. La mujer en su intento por respirar se desmaya. Lentamente la cuerda comienza a descender melifluamente hasta dejar a la mujer en el suelo. Tras unos segundos de silencio y quietud, súbitamente la mujer reacciona respirando agitadamente, tomando bocanadas de aire que provocan que el plástico se le pegue al rostro. Ella se sacude, se zarandea angustiosamente para despojarse del plástico y de la soga que le aprieta la garganta. La mujer lucha hasta quedar...